En la gran sala de la casa del Potrero tienen lugar ahora las tertulias que antes se hacían en la cocina. A ese cambio ha obligado el calor de infierno que, dice don Abundio, es cosa del demonio, y doña Rosa, su mujer, opina que es voluntad de Dios.
En la gran sala de la casa del Potrero tienen lugar ahora las tertulias que antes se hacían en la cocina. A ese cambio ha obligado el calor de infierno que, dice don Abundio, es cosa del demonio, y doña Rosa, su mujer, opina que es voluntad de Dios.
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